María Dolores Malumbres Carranza nace el 11 de abril de 1931 en Alfaro, entonces una población eminentemente rural que contaba con menos de 8.000 habitantes. La enseñanza musical se llevaba a cabo de forma particular o a través de los maestros de capilla de las iglesias y las congregaciones religiosas, como en la mayoría de las poblaciones.
La familia tenía una pastelería en Alfaro. Su madre, María, le enseña las primeras lecciones de solfeo y su padre, José Luis, le inicia en el violín a los 6 años. Este lo había estudiado en Madrid, donde conoció entre otros músicos al compositor Fernando Remacha.
Malumbres continúa estudiando música con la madre Concepción en el Colegio de Religiosas Carmelitas de su localidad natal, cada vez más interesada por el piano. Poco a poco muestra unas destrezas cada vez mayores que le hacen profundizar en diversos aspectos musicales, pasando de cantar en el coro a ayudar en su organización y llevar a cabo la dirección de los ensayos del mismo.
María Dolores Malumbres Carranza nace el 11 de abril de 1931 en Alfaro, entonces una población eminentemente rural que contaba con menos de 8.000 habitantes. La enseñanza musical se llevaba a cabo de forma particular o a través de los maestros de capilla de las iglesias y las congregaciones religiosas, como en la mayoría de las poblaciones.
La familia tenía una pastelería en Alfaro. Su madre, María, le enseña las primeras lecciones de solfeo y su padre, José Luis, le inicia en el violín a los 6 años. Este lo había estudiado en Madrid, donde conoció entre otros músicos al compositor Fernando Remacha.
Malumbres continúa estudiando música con la madre Concepción en el Colegio de Religiosas Carmelitas de su localidad natal, cada vez más interesada por el piano. Poco a poco muestra unas destrezas cada vez mayores que le hacen profundizar en diversos aspectos musicales, pasando de cantar en el coro a ayudar en su organización y llevar a cabo la dirección de los ensayos del mismo.
Para continuar con los cursos superiores de la especialidad de Piano le recomiendan que busque algún profesor más cualificado. Es entonces cuando su padre se acuerda de Fernando Remacha, quien residía en Tudela en lo que se ha denominado el “exilio tudelano”.